jueves, 10 de enero de 2008

José Sampil Labiades

José Sampil
Nacido en el barrio de Oñón el 9 de noviembre de 1756 e hijo de un importante comerciante de la villa, José Sampil estudió sus primeras letras en Mieres, para pasar posteriormente a Oviedo, donde cursó estudios eclesiásticos y se ordenó sacerdote. 
Según revela su biógrafo Alberto Montero Prieto, entre 1783 y 1793 aparece como cura y presbítero en la iglesia parroquial de San Juan. Es en ese tiempo, concretamente en 1791, cuando es citado de forma elogiosa por Jovellanos en sus diarios, tras disfrutar de una comida en la casa familiar camino de Gijón. La relación entre ambos personajes se va estrechando poco a poco y, así, el prócer gijonés le nombra mayordomo cuando accede al Ministerio de Gracia y Justicia. Era un hombre de su entera y máxima confianza. Cárcel y destierro Tras la destitución de Jovellanos, Sampil Laviades sigue a su lado. No le abandonará tampoco cuando es detenido y encarcelado en Mallorca. Jugándose la vida, viaja a Madrid para hacer llegar al Rey un documento de exculpación de su amigo y protector, siendo descubierto, encarcelado y desterrado a Asturias. 
Tras toda esta peripecia, el mierense se recluyó en su casa, siendo acusado de numerosos hechos que no había cometido y sufriendo la persecución del obispo de Oviedo. 

Dice también que tuvo extremo cuidado de no empeorar la situación de Jovellanos con sus declaraciones y que dio muestra de su ingenio e incluso se mostró burlón para que no pudiese ser probado en el sumario lo que ya era público. Españolito recoge estos versos escritos por Sampil en la cárcel: «Sin más crimen que ser agradecido, ni otra culpa que amar a un desgraciado, en este calabozo fuí metido y el trato de los hombres me es negado. Practicar la virtud, me ha prevenido estar a eternas noches sentenciado: ¡Patria!, si a la virtud das estas penas, ¿a cuáles, al vicioso, dí, condenas?». Tan pronto como fue liberado, Sampil volvió a Asturias, pero con la obligación de permanecer bajo directa vigilancia del obispo. Cuando tuvo lugar la invasión francesa de 1808, Sampil, que hablaba francés correctamente, inició cierta amistad con un general acantonado en Mieres. 
Comenta Constantino Suárez que Sampil se sirvió de aquella cordial relación en favor de sus paisanos. Pero fue acusado de afrancesado y llevado a prisión. Sin embargo, no fue posible probar ninguna de las acusaciones que se le imputaban, al igual que había ocurrido en Madrid. 
Años después, se dedicó a sus obligaciones sacerdotales y a sus estudios preferidos, en su villa natal, Y es que nuestro protagonista fue una víctima clara de las turbulencias políticas del tiempo que le tocó vivir, y que, después, con la llegada de los 100.000 hijos de San Luis y la restauración del absolutismo, fue tachado de constitucionalista y recluido durante un tiempo en el convento de Celorio. 
Autor de dos libros -uno sobre jardinería, «El jardinero instruido», y otro sobre apicultura, «Nuevo plan de colmenas»- y siempre preocupado por la mejora de su tierra y de sus gentes, José Sampil falleció en Mieres el 17 de septiembre de 1829. Su figura cayó pronto en un olvido del que nunca ha logrado salir. 
Es más, en su concejo natal no hay ni una simple placa que recuerde a quien, en opinión del profesor José Caso, fue uno de los hijos más ilustres que tuvo Mieres a lo largo de la historia.

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